Los prólogos. Ese terreno de nadie literario donde los autores de fantasía se debaten entre desatar una épica batalla mágica o arrancar desde cero con su protagonista atascado en la rutina de ordeñar cabras. ¿Deberías incluir uno? ¿O te lo saltas para ir directo al grano? Si alguna vez te has hecho estas preguntas mientras escuchabas música épica y soñabas con tu novela revolucionando el género, estás en el lugar indicado.  

Vamos a hablar de cómo decidir si necesitas un prólogo y, lo más importante, cómo evitar que sea un bostezo colectivo para tus futuros lectores.  

 ¿Prólogo o No Prólogo?  

Primero, un poco de sinceridad brutal: no todas las historias necesitan un prólogo. Es fácil caer en la tentación de usarlo como un megáfono para gritar: “¡Mirad, esto será épico!”, pero si no tiene un propósito claro, tu prólogo podría acabar siendo lo que los lectores se saltan en busca del capítulo uno.  

La clave es entender que el prólogo es una promesa. Si lo incluyes, debe preparar el terreno para el tipo de historia que estás contando: la escala, el tono, y quizás el conflicto central.  

Por ejemplo, un prólogo podría presentar una batalla ancestral entre dioses, estableciendo que el conflicto de tu historia trasciende generaciones. O podría mostrar a un oscuro villano urdiendo un plan mientras acaricia un cráneo (porque los villanos siempre acarician algo dramático). Pero si lo único que hace es narrar el clima en un mundo inventado o recitar genealogías interminables… amigo, tienes un problema.  

 Cómo atraer a tus lectores desde la primera línea.

Ahora bien, si decides que el prólogo no es para ti, no te preocupes. No necesitas una explosión cósmica para enganchar a los lectores desde el principio. Lo que realmente importa es que tu apertura sea lo suficientemente cautivadora como para hacerles pensar: “Quiero más de esto”.  

Aquí van algunas estrategias probadas:  

1. Haz una Gran Promesa 

La apertura debe insinuar que cosas grandes están por venir. No necesitas revelar tus cartas, solo mostrar que hay un mazo, y que incluye comodines épicos. Un protagonista enfrentándose a un pequeño desafío puede ser tan efectivo como una batalla de dragones si logras insinuar que esto es solo la punta del iceberg.  

2. Presenta el Tono Correcto 

Si tu historia es sombría y llena de intrigas, empieza con una escena que sea inquietante o desconcertante. Si es una aventura ligera, usa un diálogo ingenioso o una situación inesperada.  

3. Construye el Mundo con Delicadeza  

Nadie quiere leer un manual de instrucciones. Introduce tu mundo con pequeñas pinceladas en lugar de volcar un camión de información. Una frase bien colocada sobre un cielo con “dos lunas colgando en equilibrio perfecto” puede decir más que tres párrafos sobre el sistema solar de tu universo ficticio. 

 ¿Y si ya has escrito un prólogo?  

Si ya tienes un prólogo y te aterra que los lectores lo ignoren, aquí va un consejo práctico: revisítalo al terminar tu novela. Una vez que conozcas mejor tu historia, tendrás más claro si ese prólogo está haciendo el trabajo de enganchar, prometer y encajar con el tono general. Si no lo hace, ajusta o córtalo sin piedad.

Piensa en el prólogo como un tráiler de cine: debe emocionar, no contarte toda la trama ni arruinar las sorpresas.  

 La Verdad Incómoda sobre el Prólogo Perfecto  

La realidad es que no hay una fórmula mágica para escribir el prólogo ideal. Dependerá de tu historia, tu estilo y el tipo de lector al que apuntas. Sin embargo, aquí va el recordatorio final: no te obsesiones con el término prólogo. Lo que importa es que las primeras páginas de tu novela sean irresistibles, ya sea que las llames “Prólogo”, “Capítulo Uno” o simplemente “Esa escena épica con la que atraparé a mis lectores”.  

Así que, ¿prólogo o no prólogo? La respuesta es simple: lo que haga que tu historia brille más. Y recuerda, siempre puedes reescribirlo después de terminar la novela. Porque, al final, lo que realmente importa es la historia completa, no cómo la empiezas.  

Ahora, sal ahí fuera, coge tu pluma o teclado, y da forma a esa apertura que hará que tus lectores pidan más. ¡Tu novela épica te lo agradecerá!